
Refectorio
Se encuentra situado en el ala de poniente, data de la primera época del edificio, guardando similitud con los claustros mudéjares.
Se encuentra situado en el ala de poniente, con forma rectangular y estructurado con arcos paralelos. Corresponde a la primera época del edificio, estaba realizado con arcos de ladrillos a cara vista, guardando la similitud con los claustros mudéjares.
Originalmente estaba cubierto por un tejado con caída a dos aguas. Las paredes del refectorio, alcanzan en algunos puntos 1,70 metros de grosor, lo que nos hace pensar en un concepto inicial de fortaleza.
A inicios del siglo XVIII, el refectorio recibe una serie de mejoras, se enlosa con ladrillos, se sustituye el aguamanil por uno nuevo de piedra y se colocan unas vidrieras. Había también siete mesas largas de ciprés y un púlpito para el fraile lector.
En 1773 el refectorio será reformado por unos monjes italianos, estas consistieron en construir una falsa bóveda de cañón, ocultando la bóveda inicial y los arcos bicromos gótico-mudéjares de la primera época.
También se elimina el aguamanil y se coloca una pila de agua de piedra, a modo de lavatorio, que es la que hoy en día se conserva. En el siglo XIX se colocaran las vidrieras.
La familia Trenor también realizará, después de adquirir el edificio tras la desamortización de 1835, una serie de mejoras en esta sala para convertirla en un salón de ceremonias. Construirán una chimenea al fondo rematada con el busto del Padre Eterno y una escalera imperial, cuyo diseño se inspira en el de la escalera aurea de la catedral de Burgos, para unir el refectorio con la sala de armas de la planta superior.
En el arranque de esta escalera se aprecian dos leones, símbolo de la orden Jerónima. Del mismo modo abrirán el refectorio al exterior para comunicarlo con el magnífico jardín de estilo romántico francés que la familia encargará al prestigioso arquitecto-paisajista Nicolás Forestier.