Origen de los monjes
A pesar de la continua relación del monasterio con el poder, no contaba con muchos nobles entre sus filas, siendo la mayoría de los monjes de origen rural y, generalmente, de las cercanías del monasterio. Así, en el siglo XVIII el setenta y cinco por cien proceden de la misma comarca, siendo las localidades de Pego, Gandía y Oliva las que aportan un mayor número de vocaciones.
El número de monjes oscilaba en torno a los 35, entrando una media de 6 cada 7 años. Los muchachos ingresaban en el convento entre los 13 y los 20 años y allí permanecerían aproximadamente cuarenta años. Solía tratarse de hijos de labradores y familias acomodadas que podían permitirse el lujo de prescindir de un miembro de la familia para las tareas agrícolas. Estos muchachos debían cumplir una serie de requisitos para ser aceptados en el seno de la comunidad, además de aportar una suma de dinero, debían saber latín, tener buena vista y buena voz.
Pero en el monasterio no sólo vivían monjes, también residían en él criados y hermanos legos, estos últimos eran quienes vestían el hábito de la orden, pero no llegaban a profesar.
Los seglares también jugaban un destacado papel en la vida del monasterio, los abogados, delegados, médicos, veterinarios, pastores, guardas…eran vitales para el correcto funcionamiento del engranaje monástico.